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Lo que viví y sentí con la construcción del nuevo hospital y la discusión sobre su nombre

CARTA ABIERTA – ESCRIBE, ALBERTO MARIN

ALBERTO MARIN

Soy Alberto F. Marín y estoy inmensamente feliz por el hospital próximo a inaugurarse en Río Tercero, ¿Y cómo no estarlo?, verlo casi terminado calma mi espíritu y me completa como ciudadano.
La discusión por el nombre del hospital es secundaria, eso lo tengo claro, pero creí oportuno decir lo que viví, pienso y siento en primera persona. SIGUE ABAJO.

Por aquellos tiempos, digamos abril de 2015, me entero que el Gobierno provincial insistiría en construir un nuevo hospital de mediana complejidad en Río Tercero y que la municipalidad debería proveer el terreno. Dije reiteradamente en público y por todos los medios de prensa que ponía a disposición las tierras de mi propiedad si eran útiles para tal finalidad. SIGUE ABAJO


En el medio pasó de todo, algunas actitudes dan pena y otras, vergüenza ajena, pero fue hasta que vinieron autoridades provinciales. Allí les reiteré mi compromiso, hablamos bastante y solo me preguntaron qué pretendía. Les hice tres pedidos concretos: uno de ellos que fuese bautizado con el nombre de mi padre Rafael A. Marín, fallecido hace casi 28 años y claro, la construcción de un Hospital Provincial como cargo principal. SIGUE ABAJO

La respuesta fue inmediata y, quizás viéndola en el tiempo, muy liviana. “No habrá ningún problema”, dijeron todos y en distintas reuniones, claro, todas casi charlas de bar entre conocidos.
Al firmar el acuerdo me pidieron que no fueran cargos en la escritura de donación por el riesgo que se trabara en el Concejo Deliberante o la Legislatura, a lo que accedí y aclaro, volvería a hacerlo para evitar algún riesgo con el proyecto, porque siempre lo más importante fue el proyecto del hospital. Varias personas sabían de mis pedidos, pero eran momentos de apuro y muy decisivos. Tenía que entrar en el presupuesto del año 2017 y quedaba poco tiempo, esa fue la frase que más escuché. SIGUE ABAJO

Pero cuando llegó el momento de firmar la escritura la Municipalidad de Río Tercero, que sin dudas y como fue público en aquellos días, quería al hospital sobre un terreno de 14.800 m2 sobre la avenida de tránsito pesado, predio que nunca se supo si había un compromiso de donación o la Municipalidad lo compraría, porque, insisto, debía el municipio proveer el terreno de manera obligatoria para llevar adelante la Provincia la obra del hospital.
Profesionales de Arquitectura del Ministerio desecharon ese predio por varias razones. Entonces debieron elegir una fracción sobre mi campo, el único disponible realmente a título gratuito, por lo que seleccionaron el lugar y las dimensiones, 42.817 m2 donde hoy está la obra casi culminada. SIGUE ABAJO

Pero tres o cuatro días antes de vencerse los informes notariales, el intendente en contacto con la escribanía aseguró que no tenía fondos suficientes para afrontar los gastos de escritura que claramente en el acta de donación del 21 de enero de 2016 en la cláusula sexta dice textualmente: “siendo todos los gastos y honorarios que tal acto devengue por cuenta y cargo exclusivo de la Municipalidad de Río Tercero”. SIGUE ABAJO

Me quedaba claro que había otras cosas que yo no sabía, aunque intuía algunas. Eso fue el 3 de octubre de 2016, cuando advertí que a algunos no les importaba que se cayera por segunda vez el proyecto del hospital y no lo podía creer. Entonces después de algunas llamadas telefónicas y de meditarlo algunas horas di instrucciones para pagar esos gastos en la escribanía y así llegamos al 6 de octubre de 2016 a firmar la escritura nº 315 en la escribanía Registro 618.
Obviamente algo pasó, algo colapsó en las autoridades de ese momento, pero fue muy raro, se me ocurrieron muchas hipótesis pero fue algo impensado e inesperado. Solo puedo agregar que la codicia, la venganza y el ejercicio de la política sin códigos son malos compañeros de viaje. SIGUE ABAJO

Volviendo al nombre del hospital, yo pedí el nombre de mi padre porque para mi fue el mejor padre que me pudo tocar, un hombre comprometido con el pueblo, con el presente y el futuro de manera permanente, supongo que obedeciendo a un fuerte mandato familiar por ser nieto del fundador de la ciudad. Quien lea esto pensará que el mejor padre fue el de él, y está perfecto, es más, me alegra que cada quien haya tenido el mejor padre del mundo.
Pero en éste caso yo donaba tierras que había heredado de mis mayores y yo pedí que llevara su nombre. Me dijeron que no habría ningún problema y hoy le ponen otro nombre, solo eso. Aprovecho para agradecer a todos aquellos que se atrevieron a decir su opinión en público, valoro mucho el coraje cívico. SIGUE ABAJO

Yo solo quiero decir públicamente que me siento feliz y completo viendo la obra de hospital regional de mediana complejidad casi terminada, que no guardo rencor ni resentimiento con nadie, que lógicamente jamás lo olvidaré, que me hirieron, seguro que sí, pero con esa cicatriz voy a vivir sin odio a ninguno de ellos. Entiendo que algunos se hayan olvidado, que otros no se den por aludidos, acepto que hagan silencio público aunque por privado se muestren preocupados. Pero tranquilos, sé que son momentos complejos de la política y todos esperan ser bendecidos para seguir figurando en algún lugar de la plantilla salarial del Estado, lo entiendo aunque me cause una profunda decepción. Cada actitud me recuerda a José Ingenieros y el siempre vigente libro de 1913.
En estos momentos de incertidumbre y cambios de paradigmas, donde vivimos con la sensación de estar en peligro permanente y donde necesitamos un horizonte de esperanza, solo propongo el ejercicio cotidiano de la paciencia, la templanza, la generosidad y la empatía como ingredientes fundamentales de la resiliencia humana.
La pandemia será transitada, sus secuelas nos acompañaran mucho tiempo y quizás algunas se tornen permanentes. Por ello abogo a pensar ahora qué haremos con los trabajadores “esenciales” de la salud: ¿nos olvidaremos rápidamente de ellos? o ¿haremos que sus salarios, equipamientos y derechos sean comparativamente lógicos con los de la política?
Porque sin ellos los hospitales son edificios ineficientes a la hora de cumplir su objetivo. Sin duda la pandemia puso de manifiesto día a día la importancia vital del conocimiento y el daño que genera la improvisación en materia sanitaria.
No hay problema con el nombre del hospital, está todo bien. Es para mí un tema terminado, me quedo con la tranquilidad que di y cumplí mi palabra. Sé que intentarán desprestigiarme, conozco los métodos, pero para eso también estoy preparado. Solo recordarle a la dirigencia que hoy lo importante es construir confianza y esperanza.

Alberto F. Marín
DNI 10.761.799

One thought on “Lo que viví y sentí con la construcción del nuevo hospital y la discusión sobre su nombre

  • Pablo Damicelli

    Todo el apoyo y reconocimiento,.. a sus generosos actos para con nuestra comunidad. No sólo éste, sino muchos otros que conozco y que no son reconocidos por las mezquindades de la política, local y provincial. Quédese tranquilo Sr. Marín, los riotercerences de bien sabemos de la amplia contribución de Ud. y su Familia al desarrollo de éste pueblo, devenido en ciudad. Conozco muchos ricos aquí, que no dan nada. Usted debe darse el lujo de sentirse orgulloso de Ud. mismo. Ud. no necesitó de la política para trascender. La política necesitó de Usted. Y Usted siempre estuvo. Ellos son y serán siempre, simples asalariados, dependientes de nosotro/as, las y los contribuyentes.
    Mí más profundo agradecimiento y reconocimiento.
    Atte.
    Pablo Damicelli

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