Creencias ideológicas versus realidad
OPINIÓN – POR EL ABOGADO RODOLFO LEMOS ANGULO

Perón dejó estructurado un gran edificio de creencias, que incluye estas dos:
Creencia 1): El pueblo nunca vota en contra de sus intereses, es amplia mayoría y nunca se equivoca en la elección de sus líderes. Como corolario, la anti-patria (minoría ínfima siempre al acecho) que lucha para oprimir y sojuzgar al pueblo, sólo puede acceder al poder por la vía del golpe de estado autoritario, o por elecciones con fraude, o por elecciones con proscripciones. SIGUE ABAJO

Creencia 2): El peronismo no es un partido político más, sino un movimiento nacional y popular, con una jerarquía superior a los demás partidos políticos, que están un escalón más abajo. Cuando Perón mira su triunfo en las urnas de 1946, saca la obvia consecuencia de que hay que congelar la imagen: Afirma con énfasis la creencia 1 y además propone como virtud fundamental en su movimiento a la lealtad (no a la inteligencia crítica), que consiste en que un peronista jamás cambia su voto. Como hay que congelar la foto del 52% de 1946, Perón propone la democracia con reelección indefinida y la lealtad como la mayor virtud (es decir, el voto peronista vitrificado). SIGUE ABAJO


Tan consecuente es esta arquitectura, que el peor defecto moral para el peronismo no es ser ladrón, sino ser traidor a esa lealtad pregonada hacia el líder, con la plaza llena en cada 17 de octubre. SIGUE ABAJO


Obviamente, como se dice que los fines de la Patria y los fines del Movimiento son lo mismo, la traición al Movimiento se asimila a la traición a la Patria. Nada menos.
Las dos creencias parecieron ser confirmadas por la realidad desde 1946, hasta que llega 1983: cada vez que el peronismo se presentaba en elecciones libres, siempre ganaba. Cada vez que “la anti-patria” quería gobernar, debía dar con violencia un golpe de estado sangriento. SIGUE ABAJO

Desde 1955 el peronismo fuera del poder luchó con su enorme poder sindical y capacidad de agitación social, contra dictaduras fusiladoras. Más dudoso fue darle ese terrible trato de “resistencia a la dictadura” a democracias con proscripciones (Frondizi e Illia). El problema aún más visible ocurrió cuando ese poder sindical y de agitación social, letales armas de resistencia anti-dictadura sangrienta, los sufrió la democracia libre de Alfonsín, De la Rúa y Macri, elegidos por el voto. Porque la creencia funciona en automático: si el peronismo no está en el poder, el que manda es la anti-patria. Por eso, todo cierra y con toda lógica si escuchamos un slogan insólito como “Macri, basura, sos la dictadura”. SIGUE ABAJO

En este contexto de creencias fundacionales, es para el peronismo un grave error argumentativo decir que “la derecha” y “los medios hegemónicos” engañan al pueblo, porque la creencia primera dice que el pueblo no puede ser engañado y nunca se equivoca al votar en libertad. Es cambiar configuraciones avanzadas del software. Es que si el pueblo sí puede ser engañado, deberíamos admitir la perturbadora pero posible idea de que ese mismo pueblo también pudo ser engañado por Perón, y eso abre una discusión que el peronismo no se puede permitir a sí mismo. Si el peronismo conforma hoy el 35% de los votantes libres, significa que es un partido político como los demás, confirma que el pueblo a veces acierta y a veces se equivoca, y lo más asombroso para los peronistas: que los que piensan diferente no son la anti-patria, ínfima minoría, porque tienen el 65% de los votos obtenidos en elecciones libres, sin fraudes, supervisadas por el propio peronismo en el poder. SIGUE ABAJO

Demasiado shock de realidad que golpea sólidas creencias del campo nacional y popular. Bajar desde las nubes del mundo de las ideas y creencias, a la realidad es abrir las urnas y contar los votos. Siempre puede mantenerse la creencia (o relato) de que las propias ideas son las mejores. SIGUE ABAJO

En cambio, la creencia de un grupo de representar a la mayoría del pueblo, es simplemente afirmada o refutada, contando uno a uno los votos, en una elección libre y sin fraudes. Pero un problema grave empieza cuando una minoría derrotada en las urnas, tiene más “creencia” ideológica que creencia democrática, y cae en la soberbia de querer gobernar para el pueblo pero sin el pueblo (con la idea de que el pueblo es tonto, traidor, se equivoca, es engañado por los medios y vota mal). Si la creencia ideológica es mayor que la creencia democrática, estamos a un paso del fin de la democracia. Riesgo de dictadura. SIGUE ABAJO
Fue la mesiánica idea que Perón sostuvo al participar en el golpe del 6 de setiembre de 1930, más de 15 años antes de que su triunfo en las urnas lo llevara a afirmar otras creencias diferentes, más convenientes para él.
Rodolfo Lemos Angulo