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Una riotercerense cuenta cómo vivió
una infancia y adolescencia de terror
con su padre golpeador y abusador

En la parte final de la nota, se transcribe la carta escrita por la víctima que presentó el año pasado ante la Justicia

FOTO: imagen de telediariodigital.net, Río Cuarto

Una mujer riotercerense, de 36 años, radicada desde hace una década en la ciudad de Río Cuarto, relató la pesadilla que vivió durante aproximadamente 12 años, entre los cinco y los 17 años, por los golpes y abusos sexuales que sufrió por parte de su padre. SIGUE ABAJO


La mujer decidió contar su padecimiento ante los medios de comunicación luego de conocer que no puede denunciar a su padre debido a que venció el plazo en el que podía presentar una acción penal en su contra, le dijeron en Tribunales. Lo mismo le dijo una abogada riotercerense a quien ella llamó para que tomara su caso. SIGUE ABAJO

“Comencé a sufrir abusos de mi papá a partir de los 5 años. Recuerdo cada lugar, cada momento en el que me abusaba”, comentó Jésica a Diario Río Tercero.
Los abusos los sufría en su casa, incluso cuando estaban su mamá y su hermano menor o en cualquier lugar en el que ella estuviera con su padre, quien actualmente vive en Río Tercero y tiene unos 65 años. SIGUE ABAJO

Recuerda que cuando era niña vivía con su familia en la zona céntrica de la ciudad en una casa que tenía un pasillo hasta la calle. “Era un pasillo terrorífico, porque por ahí escapa a la calle a pedir ayuda”, cuenta. Nunca nadie la escuchó. “No sé por qué nadie se metía, en esa época (aproximadamente año 1998) nadie se metía; yo sí lo haría”, remarca.
Luego se mudó a Villa Zoila y allí le sucedía lo mismo. Varias veces salió a la calle a pedir ayuda y se encontró sola a los gritos. SIGUE ABAJO

A los 14 años ella comprendió su situación y le dijo a su papá que nunca más le iba a poner un dedo encima. A esa edad se terminaron los abusos sexuales que sufrió durante casi una década. Al menos ella recuerda que comenzaron cuando tenía cinco años.
Jésica cuenta que a los 17 años, un día de llovizna, ella tenía que ir a la casa de una amiga a terminar una actividad escolar. Su padre no la dejaba ir y ella dijo que iría igual. Sufrió una brutal golpiza que la dejó toda moreteada. SIGUE ABAJO

Ella no soportó más y le confesó a su mamá que no solo sufría golpes sino que también abuso sexual desde los cinco años. Lo hizo pese a que su papá le había dicho que si hablaba “los mataba a los tres”.
Al día siguiente su mamá la acompañó a Tribunales de Río Tercero a realizar una denuncia por violencia, no por abuso, a escondidas, sin que él las viera ni tampoco ninguno de sus compañeros de trabajo. “Fue de película”, recuerda Jésica. Ambas salieron del Juzgado de Menores sin un solo papel en la mano, como si no hubiera hecho trámite alguno. SIGUE ABAJO

El padre, quizá por su profesión (actualmente jubilado), a las pocas horas se enteró de que lo habían denunciado.
Cuando todos estaban en la casa les dijo que sabía que lo habían denunciado, les pidió perdón y prometió que no volvería a generar una situación violenta. La calma duró 15 días. Luego volvieron los enojos y los golpes.
Recuerda que a los pocos días ella ingresó al dormitorio matrimonial “estampando la puerta contra la pared” porque sintió que su padre golpeaba a su mamá. “La estaba ahorcando. Yo le dije que si no la soltaba se la iba a tener que ver conmigo”.
Ese día ella, su hermano y su mamá huyeron de la casa y se fueron a vivir de un tío.
Jésica dice que su mamá no tomó antes la decisión de irse de la casa, luego de enterarse de la situación de abuso que ella sufrió, porque no sabía “cómo iba a mantenerlos” y “por sumisa”. SIGUE ABAJO

Jésica tuvo que juntar fuerzas dos veces para denunciar a su papá. En la primera, a los 17 años, ni los vecinos que escuchaban su pedido de auxilio ni la Justicia, lograron rescatarla. Ahora, nuevamente llevó su caso a la Justicia, pero ahora es la legislación la que no la ayuda.
Antes, los delitos de abuso sexual, los más graves, prescribían 12 años después de ocurridos los hechos. Luego, la Ley Piazza, de 2011, reformó al artículo 63 del Código Penal Federal Argentino sobre los plazos de prescripción del abuso sexual en la infancia, estableciendo que dichos plazos deben empezar a computarse desde la mayoría de edad del denunciante. Es decir, Jésica tendría que haber denunciando a su padre cuando tuvo como máximo 30 años. Hoy tiene 36 y desde hace dos años trabaja este tema con una psicóloga y una psiquiatra. SIGUE ABAJO

Jésica le contó a este Diario que la última vez que se presentó ante la Justicia, el 5 de febrero de 2021, en una de las ventanillas de Tribunales, lo hizo con un escrito para evitar que al momento de hablar se le pasaran detalles. El escrito que presentó dice lo siguiente (solo se omiten nombres y profesiones): SIGUE ABAJO

«Mi nombre es Jesica … …. , DNI: xxxxx, nacida en Río Tercero-Córdoba, el 5 de mayo de 1985. Actualmente y hace casi aproximadamente 10 años me localizo en la ciudad de Río Cuarto. Soy víctima de ABUSO SEXUAL INFANTIL, y mi agresor es mi padre biológico: — — — DNI: — — — , nacido — — — de 1957, domiciliado actualmente en —- de la ciudad de Río Tercero-Córdoba. Todos lo conocen por su apodo —-.
Por medio de este escrito, quiero realizar mi DENUNCIA en contra del mismo, en la ciudad de Río Tercero, lugar donde sucedieron los hechos. Considero que no puede quedar impune y seguir viviendo su vida normalmente como si nada hubiese pasado.
Dañó mi vida completamente, física, psicológica y emocionalmente. Actualmente realizo terapias individuales con la Lic. Lucía Kunzevich (psicóloga) y con la Lic. Belén Giordano (psiquiatra). Formo parte del grupo “Florecer” de la ciudad de Río Cuarto, grupo que se especializa en el tratamiento de abuso sexual infantil. Busco mejorar mi calidad de vida y superar de algún modo esta situación.
Hace un poco menos de 20 años, que logramos salir de la vida de él (al menos físicamente) intentando sobrevivir de la mejor manera posible, pero en lo que respecta a mí, el daño causado ha sido muy difícil de sanarlo, de sobrellevarlo.
Debido a estos hechos sufro estados de ansiedad (medianamente controlados hoy en día con medicación). Sufrí muchas dificultades con mi pareja, un rechazo absoluto con mi cuerpo, pesadillas de las cuales he despertado llorando, mucho miedo a encontrarlo y enfrentarlo, hasta hoy…Ya que habiendo decidido buscar ayuda profesional siento la firmeza y fortaleza necesaria para llevar a cabo este proceso denunciando su abuso sexual ante mí.
Quiero aclarar que, si antes no realicé tal denuncia, fue debido al miedo que ocasionaba a toda mi familia (compuesta por mi mamá: — — — y mi hermano: — — —).
Toda la vida sufrimos de violencia física, desde que yo estaba en la panza de mamá hasta el día que decidimos irnos de la casa. En variadas oportunidades hubo amenazas de muerte. Temo por mi familia. Ellos continúan viviendo en la ciudad de Río Tercero. Pido protección por ellos, porque sabemos que al enterarse de esta denuncia puede llegar a atentar contra ellos.
El abuso sexual infantil comenzó a mi corta de edad, alrededor de los 5 años y duró
aproximadamente hasta mis 13, 14 años.
A mis 17 años (año 2002 aproximadamente), después de recibir por parte de él una golpiza grande dejándome marcas en el cuerpo, decidí contar con detalles respecto al abuso sufrido hablando con mi mamá y con mi hermano. En ese entonces decidí presentarme en el Juzgado de Menores de Tribunales de Río Tercero denunciando únicamente la violencia física. Situación que se agravó aún más, ya que al regresar a casa, él sabía todo lo ocurrido porque alguien se lo comunicó ni bien nos retiramos del juzgado. Ese día salí corriendo sin rumbo, pudiendo resguardarme en casa de una amiga.
Desde ese momento nunca más sufrí violencia física, pero mi familia sí, hasta el día que huimos de la casa, luego de que él intentara ahorcar a mi mamá durante una discusión. Situación que me llevó a enfrentarlo, salvarla y salir a pedir ayuda a la casa de mis tíos que vivían cerca.
Tuve la oportunidad una sola vez, de gritarle en la cara en presencia de mi mamá, todo el daño que me había causado por sus abusos sexuales durante tantos años de mi vida, motivo por el cual, su respuesta fue negar todo, sosteniendo firmemente que quizás su cariño hacia mí me habían confundido para inventar semejante atrocidad.
Fue capaz de salir a la calle y afirmar a sus conocidos y familiares nuestros que por mi culpa, por mis “inventos”, su matrimonio se había roto y había logrado separarlos.
Los abusos sexuales transcurrieron en distintas partes de mi casa u otro lugar que no fuese nuestra casa: en el baño, en su cama, en mi cama, en la cocina, en el agua de algún río o lago, en casa de algún pariente al que íbamos a visitar, en todos lados y en cualquier horario del día.
Trataba de convencerme con sus palabras que si “mami” se enteraba se iba a enojar mucho conmigo, con él, y que no estaríamos más todos juntos viviendo bajo el mismo techo, debido al gran enojo de mamá.
Me llevaba a su dormitorio para “contarme un cuento” y dormir con él, y ahí comenzaba todo.
De a poco iba seduciéndome con alguna palabra, sacaba mi ropa interior, me tocaba y llevaba su boca a mis partes íntimas, me practicaba sexo oral, me ponía de espaldas a él y sentía que apoyaba su pene erecto en contra mío, a veces con su ropa interior puesta, otras veces sentía su piel.
Teniendo su ropa interior puesta llevaba mi mano hacia sus genitales y se frotaba.
Me explicaba situaciones que yo iba a experimentar cuando tuviera relaciones sexuales con algún chico.
Me hablaba de un “fueguito” que iba a sentir en mi vagina cuando estuviera enamorada de alguien (Palabras textuales que recuerdo haber escuchado cuando era una niña pequeña).
Se metía al baño cuando yo hacía mis necesidades para levantarme la remera y “besar mis pechos”.
En la cocina, mientras mamá cocinaba a espaldas de él, él me pedía que me sentara a upa, y metía sus manos debajo de mi ropa, tocando mis pechos.
Solía preguntarme si yo pensaba que, a alguna amiguita o prima mía le gustaría que él le hiciera lo mismo?
Solía decirme que mis pechos eran más lindos que los de mi mamá.
Solía pedirme que le diera un beso “piquito” cuando yo tuviera mi primera relación sexual con alguien, para darse cuenta de que yo ya no era más virgen.
Confío en la Justicia y en Dios sobre todas las cosas para que esta denuncia tengo sus efectos positivos y el proceso sea eficaz. Estoy enteramente decidida y dispuesta a enfrentar lo que sea de ahora en más. Solo pido que, si mi familia (mamá/hermano) es llamada a testificar, sea de manera individual, sin tener contacto ni encuentros cercanos con quien tanto nos hizo daño, ellos aún tienen temor
«.

4 thoughts on “Una riotercerense cuenta cómo vivió<br>una infancia y adolescencia de terror<br>con su padre golpeador y abusador

  • Victor

    Qué HDRMP
    Qué terrible historia.
    Debiera decir el nombre del agresor, para hacerlo de goma.

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    • Dora

      Se debe publicar el nombre de este monstruo, degenerado¡! Para q al menos sufra condena social¡! Ya q la justicia no existe¡! Dora Caceres

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  • Evelina Duran

    Tendria q dar el apellido de ese individuo,si se lo puede llamar asi! Por q no deja de ser una amenaza no solo para la flia,sino para todas personas allegadas a este violento y abusador!

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  • Jésy Miranda

    Buenos días…voy a dar el nombre de mi agresor ya que acabo de hablar con mi abogada y me dijo que podía hacerlo… Yo no tengo nada que perder…antes corría el riesgo de que él me denunciara cuando yo hice la denuncia y tenía un régimen de restricción…
    Él vive en el barrio jardines de villa Zoila de Río 3…(barrio policial) se llama Antonio Luis Miranda… Todos lo conocen como «El Poli Miranda»… Él abusó de alguien más que aún no pudo denunciar y vaya a saber de cuántas niñas más… Estoy es pos de hacer justicia por esa causa también!!! No pienso bajar los brazos! Gracias por tanto acompañamiento! Jésy

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