Reconstrucción y mea culpa
OPINON: POR RODOLFO LEMOS ANGULO
Cuando haya pasado el gobierno de Alberto, una tarea lenta, difícil será la reconstrucción de la autoridad presidencial. La autoridad presidencial en un país tan hiper-presidencialista y personalista como Argentina, siempre ha tenido un halo, un glamour muy diferente al que rodea a los otros dos poderes de la república democrática. SIGUE ABAJO
Ni la Corte Suprema ni el Congreso de la Nación igualan el brillo que siempre ha rodeado al titular del Poder Ejecutivo de la Nación. La banda presidencial (que es la propia bandera celeste y blanca cruzada al pecho) nos transmite la idea de un abanderado, que en la idea escolar, es el primero, el mejor entre nosotros, el que nos representa porque la tiene clara, el capitán del equipo diríamos en fútbol. SIGUE ABAJO
El bastón presidencial nos remite a una tradición monárquica y también al mando militar supremo. Ni los miembros de la Corte Suprema ni los congresales tienen derecho al uso en ceremonias públicas de la banda y el bastón presidencial. Sin llegar a tener el fuerte carácter simbólico de la bandera, el Himno, el escudo o la escarapela, sin embargo el cargo de Presidente de la Nación, en el ideario colectivo, se aproxima bastante a lo que esos símbolos representan. SIGUE ABAJO
Nuestra democracia, ya cercana a cumplir 40 años, tan dificultosamente recuperada, tiene su columna de apoyo principal en la buena opinión de las mayorías sobre los resultados que el sistema democrático genera en sus vidas. Si livianamente nos burlamos de la investidura presidencial, si atacamos de modo continuo la vagancia del Congreso, si damos por probado que la Corte Suprema está integrada por coimeros y corruptos, pagados por el oro de los poderosos, lo que en realidad estamos haciendo es debilitar la democracia y romper el dique que detiene las aguas envenenadas de la dictadura. SIGUE ABAJO
Las gravísimas críticas de Cristina al Poder Judicial y a la Corte Suprema lastima el crédito de uno de los poderes de la democracia. La aceptación por cada uno de los congresales (senadores y diputados) de un número mayor a dos o tres asistentes o asesores pagados por el desgastado erario público, es un verdadero atentado al prestigio, honor y prudencia del Poder Legislativo. SIGUE ABAJO
Y actitudes del Presidente de la Nación (como la fiesta de Olivos violando su propio decreto y la actual propuesta económica para cerrar la causa penal) lastiman y erosionan la autoridad presidencial, que es superior y anterior a Alberto, Mauricio, Cristina o quien ocupe circunstancialmente ese cargo, el primero y el más simbólico de la democracia. SIGUE ABAJO
Y la democracia no es de titanio. Es perfectamente erosionable y puede quebrarse. El primero que tiene que cuidar la investidura presidencial es el propio Presidente de la Nación. Si Alberto no está a la altura de lo que el cargo representa, por un ánimo deteriorado, deterioro físico o mental, ruptura inesperada de su coalición de gobierno basada mayoritariamente en la popularidad de su Vicepresidenta de la Nación, Alberto tiene dos opciones: tiene la posibilidad de adelantar las elecciones presidenciales (con aprobación del Congreso de la Nación, como lo hizo Duhalde) o sencilla y prudentemente renunciar y que, conforme la ley de acefalía, asuma la Vicepresidenta de la Nación y complete lo que resta del mandato. SIGUE ABAJO
Bastaron unos pocos gestos de disgusto de Perón para que el Presidente Cámpora (quizás un hombre más limitado intelectualmente pero mucho más coherente y realista de su propio peso político que Alberto), presentara su renuncia y con acuerdo del Congreso de la Nación, llamara a elecciones. SIGUE ABAJO
Sin embargo, estoy convencido de que la principal responsabilidad de todo este fracaso está en nosotros, los votantes. Es fácil señalar los sucesivos fracasos de la “casta”. Pero es muy incómodo señalarnos a nosotros mismos como los responsables de este fracaso. Porque la mitad de Argentina que votó a Alberto ya sabía de sus peleas previas con Cristina, de los bolsos con dinero y de Lázaro Báez. Y sin embargo, encogiéndonos de hombros, decidimos hacer este extraño experimento. Los responsables somos nosotros y los más lastimados también somos nosotros. Y como terrible eco, queda lastimada la fe en las instituciones de la democracia.
Y además, como siempre les recuerdo, la inicua ley del aborto de diciembre de 2020 debe ser derogada.
Rodolfo Lemos Angulo
Como de costumbre: Excelente Rodolfo Lemos Angulo… y ¡¡¡Firme con la alocución latina «CARTHAGO DELENDA EST» (Cartago debe ser destruida)!!!. Frase usada por Catón el Viejo que la pronunciaba cada vez que finalizaba sus discursos en el Senado romano.
Pensaba que Rodolfo era apolítico, pero ya entiendo a que intereses responde ! la máscara que creíamos segura tarde o temprano se cae o empieza a tener agujeros, dejando a la luz toda la verdad de nuestra esencia.