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La viga que sostiene el techo

OPINIÓN – POR EL ABOGADO RODOLFO LEMOS ANGULO

RODOLFO LEMOS ANGULO

“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Y Él entonces les responderá: En verdad les digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo” (Mateo 25, 44-45). Cuando estamos haciendo reformas en una casa antigua, sabemos que debemos ser cautelosos al momento de eliminar una viga poco estética, porque puede ocurrir que por embellecer la habitación, todo el techo se nos desplome.
Un ejemplo políticamente incorrecto: En algún momento, decidimos que las tristes instituciones para enfermos mentales con internación no voluntaria (antes llamados manicomios) eran lugares inimaginables por lo espantoso y decidimos borrarlos de nuestra realidad, en lugar de mejorarlos.
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Al sacar la viga, la consecuencia inmediata fue la aparición progresiva de una gran cantidad de homeless o personas sin hogar, que “viven en situación de calle”, eufemismo para describir la penosísima situación de un ser humano que no puede cuidarse a sí mismo y que no tiene parientes cercanos que lo cuiden. SIGUE ABAJO

El sentido común nos indica que si en una noche en la que la temperatura desciende por debajo de cero grado, con viento helado, cuando un grupo de voluntarios que reparte comida caliente, se encuentra con una persona que prefiere quedarse a dormir a la intemperie, apenas tapada con una frazada vieja, húmeda, sucia, y unos cartones, a pesar de ofrecérsele una cama limpia, en una habitación tibia y una ducha caliente, si la respuesta es ininteligible o es “prefiero quedarme aquí”, resulta bastante manifiesto que esa persona no está razonando con normalidad, hasta el punto de ser incapaz de cuidarse a sí misma. SIGUE ABAJO

En la medida en que ideas, quizás originariamente sinceras, que nos señalan que todos tenemos derecho a vivir de acuerdo a nuestras preferencias, con el tiempo y mirando estos casos, se han convertido en ideas que son funcionales a una enorme hipocresía social, del estilo de “él está así porque quiere”, nos damos cuenta de que estamos ante un error bastante grande. SIGUE ABAJO

Lo que está ocurriendo, en realidad es que un ser humano que debe ser cuidado en su enfermedad, está siendo abandonado. Muy diferente es el caso de personas en situación de calle que piden a gritos una oportunidad y luchan por recuperar su dignidad. SIGUE ABAJO

Los “nuevos paradigmas” del tratamiento de la enfermedad mental (potenciadas por adicciones), que desaprueban las internaciones no voluntarias, han llenado las calles de dementes o adictos en situación de abandono, que duermen entre desechos como un pobre animal, ante la indiferencia de miles de caminantes que desvían por pudor la mirada y quizás piensan “alguien debería hacer algo”, mientras apuran el paso y se cruzan de vereda. SIGUE ABAJO

Otro tema, quizás una obviedad: al escribir estas líneas, me rebota en la mente una pregunta más abstracta: cuánto tiempo hace que la Argentina repite y repite “prefiero vivir así”, tres palabras que marcan autoafirmación, libertad. O que quizás revelan la pérdida de la cordura. Porque el límite de la libertad es la locura.

Rodolfo Lemos Angulo

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